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El programa (del que he tomado las fotos para esta reseña), era tentador, y en él constaban una selección de obras operísticas, parte de las cuales Leo Nucci, barítono de un alto nivel y fama internacional, tuvo ocasión de interpretar, desde 1973, en diferentes galas y representaciones de los Festivales de Ópera celebrados en Coruña, primera ciudad que el afamado cantante eligió en el inicio de sus giras mundiales, fuera del ámbito de Italia, su país de origen. El barítono y los Festivales de Ópera de Coruña, mantienen desde entonces estrechos lazos artísticos, jalonados de éxitos. En esta Gala Lírica, que cierra el ciclo de 2016, la Asociación de Amigos de la Ópera ha querido premiar la fidelidad y buen hacer de Leo Nucci, imponiéndole, en el intermedio de la actuación, la insignia de oro, máximo galardón de la entidad, que el celebre barítono recibió entre interminables aplausos de un público que le admira y quiere.
Estuvieron a la altura del barítono, las sopranos Eduvigis Monagas (foto de la izquierda) y Clara Panas (foto de la derecha), la primera nacida en Canarias y la segunda en Moldavia, pero ambas residentes últimamente en la provincia de A Coruña.



El primer amuleto que adquirí fue una "figa" de azabache (piedra pulida, dura y compacta, de color negro brillante que no es otra cosa que lignito) y plata, con una cadena, para usar de colgante en la época que estudiaba en Santiago de Compostela, donde es muy frecuente verlas expuestas en las múltiples platerías que llenan las rúas de la ciudad. El uso de la figa es muy frecuente en Galicia, tanto las santiaguesas de azabache, como las de cerámica de Sargadelos, pero sobre todo cuando alguien presiente, que algo o alguien le amenaza de forma inmediata con males artes o misterio, se hace la característica señal, con el puño derecho cerrado, introduciendo el dedo pulgar entre los dedos índice y medio, a la vez que se exclama "¡MEIGAS FORA!", meigas fuera, con la intención de que el mal se aleje de nosotros.
Años más tarde compré varios colgantes de cerámica de Sargadelos, que luego encargué montar en plata haciendo un collar, y que lucí varias veces durante mi estancia en el País Vasco, cuando organizaba alguna "queimada" (ritual festivo y amistoso de quemar aguardiente, antes de beberlo) con mis amigos, buscando ambientar los conjuros que se pronuncian teatralmente, mientras las llamas evaporan parte del alcohol, y se revuelven los ingredientes que le acompañan, fundamentalmente azúcar y frutas. Puedo contar, como anécdota, que un día las llamas fueron tales que se quemó la lámpara, hecha de un moderno material sintético y que pendía del techo sobre la mesa. No sé si fue una "venganza" de las meigas o si por el contrario la cosa no llegó a mayores porque los conjuros y amuletos nos "protegieron" evitando que se quemara la casa. Coincide que fue la última vez que hice una "queimada" y que me puse el collar. Ahora esta en la pared de mi habitación.
El "mal de ojo". Se dice que las meigas o personas que no quieren bien a otras, motivadas por la envidia o mala voluntad, desean y procuran el mal. Son los ojos los que traslucen los malos sentimientos y deseos que anidan en el interior de las personas. Son los ojos de los que no nos quieren los que nos miran mal ("mal de ojo"). Para ello los griegos y los turcos, han creado un amuleto que consiste en un ojo de cristal, que reclama la atención de esos otros ojos que nos miran mal, distrayendo y ahuyentando sus negativas intenciones. De ahí los amuletos conocidos como "ojo turco" y "ojo griego", contra el "mal de ojo" (nazar)

