Hay quien duda que existan las "meigas", brujas o hechiceras, pero, en Galicia, si alguien pregunta por ellas recibirá esta respuesta: "haberlas si las hay" ("habelas hailas").
Personalmente no creo en ellas, ni en los "meigallos", hechizos o embrujamientos, sin embargo tengo en casa varios amuletos que he ido adquiriendo en distintas ocasiones y viajes, porque siempre me han gustado por su valor etnográfico, antropológico y cultural.
Los amuletos, esos pequeños objetos, de uso personal o doméstico, a los que se les atribuye poderes excepcionales, de protección contra el mal que nos amenaza o que alguien desea infligirnos, así como también capacidad de proporcionar suerte y beneficios en múltiples ocasiones y circunstancias, están presentes y arraigados mucho más de lo que imaginamos en las diferentes culturas y pueblos desde la más remota antigüedad.


El collar que encargué hacer está basado en el que comercializa Sargadelos, (foto superior) pero deseaba que la cadena y barras de colgar fueran más fuertes, pero por eso mismo creo también que he dejado de usarlo pues resulta exagerado. Cada amuleto tiene su función: La "figa" (1), viejo remedio contra toda clase de meigas. El "lubicán" o "lobicán"(2), remedio contra los hijos de perra y lobo. El "cornamán" (3), contra los que quieren matarnos el amor. El "larpán" (4), contra los que quieren hartarnos. El "larchán" (5) contra los que nos angustian con habladurías... El "trampallán" (11), contra los que quieren meternos en un callejón sin salida. Etc. etc.

Cuando estuve en Brasil, años ha, encontré de nuevo una "figa", que con otros amuletos, de metal plateado, formando una bonita "penca" ( conjunto), denominada "Balangandán", que tiene su origen en la época en que mujeres africanas trabajaban como esclavas en el país. Ellas procuraban obtener joyas y objetos valiosos como recompensa a sus trabajos o servicios para hacerse con una pequeña fortuna o riqueza con la que comprar en el futuro su libertad o la de su familia. Los objetos o amuletos, además de la figa, tenían en su mayoría, forma de frutas, como la granada, calabazas, pipas, con un valor simbólico de fertilidad, suerte, protección... Solían llevarlas puestas, sujetas en la cintura, consolidándose posteriormente como adorno en los trajes de ciertas danzas y bailes populares de las afro-brasileñas. El nombre de "balangandán" viene del sonido que emitía la penca de amuletos al andar o danzar con ella.
Además de la penca grande que compré para adorno en la pared, adquirí también una pequeña de plata, que puede usarse como broche y como colgante. Luce mucho sobre fondo negro.

Aunque los hay de varios colores los más representativos son los que combinan el azul oscuro, azul claro, blanco y negro, colores todos ellos de simbología positiva.
El "ojo turco" fue el último amuleto que compré, cuando estuve en el Gran Bazar de Estambul, hace más de quince años. El reverso es un bonito espejo. Lo tengo colgado en la pared junto con la brasileña penca de Balangandán
Hace tiempo que no reparaba en que tengo un pequeño grupo de amuletos de no ser porque ando revisando mis cosas (cantidad que acumulo de mis viajes), con idea de irme desprendiendo de ellas, despejando espacios y aligerando el trabajo doméstico de limpieza. ¡He acumulado demasiado! De lo que mas va a costarme desprender será de libros,folletos, fotos, papeles... Hoy es más fácil tenerlo todo en "las nubes digitales", jajá...
Repito que no creo en las meigas, pero como parece que "habelas hailas", no esta de más utilizar mis amuletos y espantarlas con un "¡meigas fora!"
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Enlace sobre el balangandán.
http://kaiajoyasuruguay.blogspot.com.es/2012/09/joyas-con-historia-el-balangandan.html